Por María Fernanda Carrasco, Ingeniera Civil, Docente investigadora en la UTN FRSF (mcarrasco@frsf.utn.edu.ar)
Nací en Santa Fe, donde siempre viví… con una sola pausa de dos años para disfrutar y aprender de Olavarría. Soy la mayor de seis hijas de un Ingeniero en Construcciones, que me transmitió su pasión por esta profesión. Mi papá estudió en la Universidad Tecnológica Nacional Facultad Regional Santa Fe, cuando todavía no tenía edificio propio y cursando a la noche después de haber trabajado todo el día en el Frigorífico Municipal de Santa Fe de aquel entonces. Se recibió cuando mi primera hermana y yo ha andábamos por este mundo, así que lo vimos atravesar días de estudio, de dibujo y exámenes. Más tarde pudo tener un pequeño estudio de ingeniería en casa, al que me escabullía para usar reglas, escuadras, letrógrafos, calculadoras y los días especiales compás con tiralíneas… (qué antigüedad!). Mi mamá no tenía que ver con la Ingeniería, pero me enseñó que todo se puede superar… con esfuerzo, voluntad y trabajo.
Hice la primaria en la Escuela Mariano Moreno, la secundaria en “la gloriosa” Escuela Industrial Superior (UNL) donde me recibí de Técnica Constructora Nacional, y la carrera de Ingeniería Civil en la Universidad Tecnológica Nacional Facultad Regional Santa Fe (UTN FRSF), donde trabajo desde aquellos tiempos y agradezco la posibilidad de estudiar (igual que mi viejo) a la educación pública. Allá por 1994, cuando estaba en la mitad de mi segundo año de carrera, me invitaron a participar de un trabajo de extensión del Grupo de Investigación Producción, Estudio y Ensayo de Materiales Regionales para la Industria de la Construcción (GIM), que luego pasaría a formar parte del actual Centro de Investigación y Desarrollo para la Construcción y la Vivienda (CECOVI). Después de ese trabajo de extensión, empecé a trabajar con técnicas de ensayos no destructivos para estructuras de hormigón y ahí fue como un amor a primera vista: nunca más dejé la tecnología del hormigón. Aún siendo estudiante pude comenzar a trabajar en investigación y servicios (me tocaron evaluaciones de estructuras y pruebas de carga en las que era la única mujer presente), en temáticas relacionadas con hormigones especiales, durabilidad y evaluación de estructuras… tanto en el laboratorio como en el campo. Me involucré en el ámbito de la calidad en laboratorios y llegué a desempeñarme como la primera Responsable por el Aseguramiento de la Calidad del que llegaría a ser el 1er Laboratorio Universitario Acreditado, el CECOVI.
Después de recibirme de Ingeniera Civil en el año 2000, inicié y completé el cursado de la Maestría en Tecnología y Construcciones de Hormigón en Olavarría, y realicé el estudio experimental sobre la contracción por secado en cementos con adiciones minerales, disfrutando mucho de aprender de mis profes y compañeros por dos años y de conocer amigas entrañables.
Tuve la oportunidad de desempeñar mi profesión de Ingeniera Civil en el ámbito privado, realizando diseño y cálculo estructural junto a otros profesionales y pudiendo disfrutar hoy de ver concretadas muchas de esas obras.
Desde 1997 comencé a desempeñarme como docente, colaborando primero como ayudante alumna en cátedras como Tecnología de los Materiales y Prefabricación, para luego tener el honor de trabajar con el Ingeniero Romeo Miretti en Tecnología del Hormigón y más tarde sucederlo, hasta el día de hoy. Paralelamente, entre 2009 y 2021 participé de la gestión de la carrera de Ingeniería Civil, primero como responsable de la Secretaría y luego de la Dirección. La docencia es definitivamente una de mis pasiones y me llena de orgullo pensar que contribuí al menos un poquitito a la formación de algunos grandes profesionales e investigadores, que por supuesto, han superado a la maestra.
Mi primer contacto con la AATH fue allá por 1996, cuando se realizó la Jornada Tecnológica “Aseguramiento de la calidad de estructuras de hormigón. Acreditación de laboratorios (ISO 9000)”. Allí fui, sola, inexperta y con un sobre destinado al Prof. Sota (de quién sólo sabía que era un señor que “exprimía hormigón”), a quién tuve la dicha de conocer en aquella oportunidad y con quien comparto una amistad de muchos años. A partir de ahí, me convertí en una de sus socias, comencé a participar de Reuniones Técnicas y Congresos organizados por la asociación y he sido miembro de su Comisión Directiva en algunos periodos.
Esta profesión y mi relación con la AATH me ha permitido conocer muchas personas interesantes y fundamentalmente…. de esas que te invitan a seguir creciendo… y que te convidan a proyectos que te llenan de satisfacción como en su momento poder participar de la redacción del capítulo “Hormigones Celulares” en el libro “Hormigones Especiales” y de la redacción del capítulo “Hormigón Endurecido” y de la edición del libro “Ese Material llamado Hormigón”.
Desde hace más de 20 años comparto la vida con Javier, otro Ingeniero uteniano, con quien disfrutamos de Juan y Cata… nuestros maravillosos hijos y que me introdujeron en este desafío que es ser madre-ingeniera.
Hoy trabajo en colaboración con otros especialistas en tecnología del hormigón, de los materiales y en estructuras, del campo de la ingeniería, la química y la mecánica computacional, en temas vinculados con los hormigones especiales y la valorización de residuos; uniendo mis dos pasiones, la ingeniería y el medio ambiente, que desde mi secundaria me retan permanentemente.